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jueves, 14 de diciembre de 2017

EL BUEN PROFESOR -




El buen profesor es el que da a sus alumnos algo más que una materia instruida con erudición: es el que influye en ellos de un modo perdurable y, por lo mismo, invaluable. 

El buen maestro es, si me permiten la imagen, un artesano que fragua a ritmo lento el carácter de sus estudiantes y extrae de cada uno aquella veta que estaba oculta incluso para el mismo aprendiz. 

Formar personas y no producir grandes especialistas es, a mi modesto entender, la cima de esta vocación.

Por tanto, ser un buen profesor es una tarea mayúscula, una labor casi sacerdotal, un oficio que se trabaja sobre todo desde el corazón, aunque sin descuidar la razón ni la necesaria competencia en aquello que se enseña.

También el amor supone algo estrechamente unido a la educación: mostrar un camino hacia delante, dar una perspectiva y, a su vez, corregir a quien ha sido confundido por la ignorancia o el error. 

El profesor es un sembrador del conocimiento y de la verdad, pero un auténtico mentor, más que transmitir un saber, tiene el don de saber transmitir, con sus palabras y con sus silencios, con sus gestos y con sus actitudes, con su pasión y con su disciplina, su inclinación ante la verdad y su genuino interés en esparcir en sus alumnos simientes de bien y de virtud.

Tomado de: RODERICUS